Ni el chocolate me sabe mas dulce que tus deliciosos labios



viernes, 17 de febrero de 2012

CAPITULO 38: PESADILLA



Pablo entro sin llamar, encontrándose con la esa persona que buscaba recostada en su cama. La cual al darse cuenta que alguien entro en la habitación se dio vuelta después de haber secado disimuladamente sus lagrimas.

Pablo: vos y yo tenemos que hablar – muy serio
Emilia: eh. Hijo no me siento bien ahora ¿lo podemos dejar para mas tarde?
Pablo: no me vuelvas a llamar hijo – con una mirada fría – y no. No vamos a dejar nada para más tarde.

Todo lo había dicho en una forma determinante, seria, con una mirada fría.

Emilia le dolió mucho ver como su hijo la trataba pero también entendió que no podía esperar que la trate de otra forma. Solo esperaba que algún día la perdone.

Ella sabia que para él su padre era su ídolo al igual que para todos sus hijos, y como para que no lo piensen, Nicolás siempre había sido un ejemplo era estricto en lo justo pero sobre todo era amoroso, educado, muy alegre, siempre tenia una sonrisa, protector de su familia, muy leal a sus ideales, noble, el era el príncipe que todas querían tener, pero que la había elegido a ella. Y ella le fallo, por una estupidez de un momento, una locura de la cual ya se estaba arrepintiendo.

Para Pablo le era muy difícil esta situación con quien se tenia que enfrentar no era cualquier mujer, era su madre, aunque en este momento lo que menos quería era que fuera su madre. Aquella la que lo abrazaba y le daba un beso antes de dormir, aquella que le curaba los raspados de las rodillas que se hacia al jugar, aquella a la que siempre tuvo como referencia para buscar a la mujer que pasaría el resto de su vida, él quería que sea como ella.

El siempre la vio dulce, sonriente, buena, feliz, hermosa, enamorada de su padre. Para el siempre fue la mujer mas hermosa que existía como para todo hijo es su madre. Y hoy no la ve así y lo único que quiere es que ella no sea su madre. Renegaba a que su madre haya hecho algo así.

Pablo aun quería creer que todo lo que estaba pasando era una pesadilla, que se iba a despertar y que su mama, SU MAMA – no la mujer que estaba viendo – iba a abrazarlo y le prepararía una chocolatada como siempre hacia cuando lo veía mal por una pesadilla.

Pero no, desde que había vuelto a su casa después del enfrentamiento había hecho de todo para tratar de despertarse, pensando que no era verdad. Que todo era una pesadilla horrible que lo estaba destrozando por dentro se golpeo varias veces, se baño con agua helada, hizo todo lo que se le ocurrió para despertar pero no lo lograba. Y eso tenía una sola explicación, y era que no era un sueño o más bien una pesadilla y eso lo ponía peor.

Pero no iba a ser blando con ella, no iba a dejar que se aprovechara de él como lo hizo de su padre, quien le dio todo ¿acaso le faltaba algo para que le hiciera eso? Igual no tendría justificación valida por lo que hizo, ya que para un hijo nunca puede haber una justificación para algo así.

Lagrimas caían sobre las rojas mejillas de Emilia, ya que cada vez que le salía una lagrima ella se las secaba con las manos, pero cuando ambas manos también las tubo húmedas por sus lagrimas se secaba con cualquier tipo de tela que le quedara a mano, lo cual provoco que varias le raspen la piel dejando colorada esa zona.

No hay comentarios:

Publicar un comentario