Ni el chocolate me sabe mas dulce que tus deliciosos labios



viernes, 24 de febrero de 2012

CAPITULO 111: INVIERNO



¿Acaso el había dejado engañarse?

Seis meses después

En finales de invierno con un fuerte viento que hacia que las hojas de los árboles bailara al son del ruido que había en el transito y aunque había un muy lindo sol que iluminada todo, menos el rostro de ella, sus ojos mostraban las señales de que había llorado días.

Las persianas impedían el pasó de la luz que provenía del sol. El la pieza se podía sentir el olor a encerrado. La ropa estaba toda desordenada al igual que la cama y ella dentro de está con la almohada totalmente mojada con sus saladas lágrimas.

 En su mente solo puede recordar a la persona que mas ama besándose con otra que no era ella, y por lo que podía ver el le estaba gustando ya que la agarraba de la cintura y respondía con gusto aquel beso, mientras que ella le agarraba de aquel cuello en la que tantas veces había olido ese perfume que le erizaba toda la piel.

Era una pesadilla que se repetía una y otra vez en su cabeza. Sentía como su corazón o más bien los pedazos que quedaba de este, latía  con gran desgano. Lo único que quería era morir, pero sabía que no podía hacer eso y menos en ese momento.

El olor a aire estancado empezó a darle nauseas lo cual hizo que con gran rapidez se levantara lo que también le provocó un fuerte mareo.

Aun así las ganas de vomitar no se detuvieron así que con las pocas fuerzas que tenia – por lo poco que había comido – se dirigió al baño sosteniéndose con las paredes.

Directamente se acerco al inorodo expulsando lo poco que tenia en el estomago, una vez que termino de vomitar se fue hasta el lavadero y se enjuago la boca y la cara. Luego se miro al espejo y pudo ver las ojeras que tenia, hace meses estaban esas ojeras al igual que ese dolor.

Se acerco a la ventana y abrió las cortinas dejando que la luz ilumine la pieza, y abro un poco la ventana para que s renueve el aire pero que no entrara tanto frío.

Un vientito envolvió la habitación haciendo que el frío acaricia su piel al igual que su roto corazón.

Ella volvió a la cama, ya que sabía que no podía tomar tanto frío en su estado. Empezó a acariciar su vientre de ya siete meses. Cuyo bebe no dejaba de hacer notar su presencia al dar esas ataditas o esos movimientos en donde hacia que su cuerpo volviera a sentir la vida.

Ese bebé era una prueba de que no podía dejarse caer, tenia que seguir adelante por mucho que costase, si llego hasta ahora puede seguir y afrontar todo lo que esta pasando aunque eso le rompa el corazón.

Y fue inevitable otra vez esas lágrimas no dejaban de caer como sí fuera una cascada en la que expresaba su extremo dolor.

continuara...

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