Ni el chocolate me sabe mas dulce que tus deliciosos labios



viernes, 30 de marzo de 2012

CAPITULO 165: CERCANIA



Capitulo ciento sesenta y cinco:

Se hizo un silencio profundo e incomodo. Era muy molesto también que esto pasara después de todo lo vivido juntos, pero aun así tenían que tratar de estar bien, por sus hijos. Así que decidió cortar el silencio.

Nicolás: te prepare algo para comer, un poco de café con leche y… - Emi lo interrumpió.
Emi: y cañoncitos de dulce de leche y medialunas.
Nicolás: si, como siempre – dijo tan bajo que Emilia no lo escucho.
Emi: aun recuerdo como siempre por el atardecer antes de hacer la cena comíamos esto – mirando con delicadeza la mesa con los alimentos.

Nicolás miro a Emilia como miraba a la comida, con un dejo de tristeza en los ojos. Y eso le revolvió algo adentro, quiso decirle que todo volvería a ser como antes pero sabia que eso era imposible, dudaba que pudieran tener la misma relación de antes, ya que antes eran una pareja y él no sabia si podría perdonar y hacer cuenta nueva con lo que había hecho ella.

Los dos se sentaron y comenzaron a tomar el desayuno, y aunque el principio fue muy silencioso de a poco las palabras fueron fluyendo de formal normal, como siempre había sido en ellos. Era cosas triviales las que hablaban, el tiempo, los mellizos más que nada.

Emi: bueno – se levanto – ya termine con lo mío.
Nicolás: si yo también.
Emi: dame así lo lavo.
Nicolás: no ¿Qué decís? Estas re cansada, deja que lo lavo yo.
Emi: no estoy demasiado cansada, déjame a mí que estoy acostumbrada.
Nicolás: creo que se equivoca señora ¿Qué crees que no se lavar los platos? Te hago acordar que vivo solo en un departamento.
Emi: en el cual estoy segura que es una mucama la que limpia y cocina mientras tu estas en el trabajo.
Nicolás: cierto – con una mueca – pero puedo lavar esto – insistiendo.
Emi: ¿no vas a dejar de discutirme hasta que no e salgas con la tuya, no?
Nicolás: exacto – con una gran sonrisa.

Esa sonrisa no la había visto hace demasiado tiempo, y no pudo evitar sentirse atrapada en lo que le producía por dentro, y se le hacia inevitable una batalla interior  que la dejaba desarmada al darse cuenta de la proximidad en la que se encontraban.

Y aunque lo sabia que lo menos tenía que hacer era verlo a los ojos porque estaba perdida, no lo pudo evitar, ya que era como un imán el cual hacia que sus ojos se dirigiera a esa mirada que tanto la cautivaba.

CONTINUARA....

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